7 ingredientes para que tu novela de terror funcione

Ideas para escribir terror

Si estás leyendo esto es muy probable que te hayas decidido a escribir tu primera novela de terror, o incluso que ya hayas comenzado a escribirla.

Permíteme decirte que has escogido un género de lo más complicado (y que conste que es mi género favorito). Es complicado porque no se trata solo de contar algo y ya está, tienes que llegar a lo más profundo del lector y hacer que se involucre totalmente en la lectura para que tu narración surta el efecto deseado. Hay otros géneros en los que es menos difícil llegar al público, suelen ser relatos que despiertan interés independientemente de la forma en la que se hayan escrito —siempre dentro de unos límites—, son los que suelen centrarse en temas más cotidianos, más al alcance de la mano por así decirlo. Es fácil imaginar la vida de un personaje en una rutina diaria similar a la de la mayoría de nosotros. Supón que estás leyendo un capítulo de una historia en la que el protagonista se levanta, se asea, va al trabajo… Son escenas que vivimos a diario y que son fáciles de reproducir en nuestra mente, independientemente de las palabras que se usen para describirlas. Pero ahora imagínate que de camino a ese trabajo le ocurre algo aterrador, algo que se sale de los límites de lo cotidiano, e imagina que ese hecho aterrador no solo se sale de lo cotidiano; sino que también escapa del campo de la realidad y pasa al de la ficción. Para evitar que cierres el libro de golpe a causa de que la lectura se ha vuelto aburrida, absurda o incoherente, el escritor debe utilizar la fórmula adecuada ¿no crees?

¿Quiere decir esto que en las narraciones de terror puedo descuidar los demás elementos?

Por supuesto que no, es más, debes cuidarlos y mucho. El hecho de que sea más complicado sumergir al lector en las escenas de terror sobre todo si entran en el ámbito de la ficción, no quiere decir que puedas describir el resto de situaciones de una forma descuidada o que no vaya ligada a tu estilo de escritura. Debes entender la narrativa de terror como una fórmula que combina ambas partes, e incluso si tu novela está compuesta íntegramente por elementos ficticios, debes cuidar y mucho las escenas que no sean de terror.

Lo que vas a leer a continuación son siete ingredientes para que la fórmula de tu historia de terror funcione mejor.

 

1. Evita normalizar las escenas de terror.

Sí, lo sé. Estás escribiendo una novela de terror, y en una novela de terror tiene que haber sustos, espectros, sangre… y todos esos elementos tienen que aparecer en cada capítulo para no caer en la hibridación de géneros ¿verdad? Pues déjame decirte que te equivocas. Incluyendo escenas aterradoras en la mayor parte del libro lo único que conseguirás es aburrir al lector, harás que pierda el interés por seguir leyendo lo que supuestamente era una novela de «terror», ya que éste se ha convertido en algo tan normal como que los personajes respiren. Además, si incluyes muchas escenas relacionadas con el género de tu relato estarás dejando de contar otras partes de la historia, hechos que pueden servir para explicar el comportamiento de los personajes, contar algo de su vida… cosas que te ayudarían a comprenderlos mejor. Debes tratar de hacer que vivan sus vidas ya sea en el planeta tierra, o en el lejano mundo de Yoquesé; tienes que dosificar el miedo.

 

2. Integra el miedo correctamente.

Conoces las cosas que aterran al lector, sabes cómo hacer para que su corazón se encoja y galope bruscamente, eso está bien; pero de nada sirve si no sabes establecer una regla lógica para narrar todos esos reveses que van a sufrir tus personajes. Hay una escena en la que el muñeco de un payaso cliché observa al protagonista mientras duerme en su habitación, posteriormente a ese mismo personaje se le aparece el fantasma de Sabediosquién, y más adelante el Malomalísimo comienza a seguirle con no muy buenas intenciones, todo ello muy bien descrito, por supuesto. A no ser que tu historia sea una composición de varios relatos de terror, no tiene mucho sentido, o al menos es difícil asociarlo a un mismo contexto ¿verdad? Si no sabes establecer el patrón adecuado puedes hacer que el lector pierda el interés por la novela. Un elemento que suele funcionar en los relatos que incluyen «apariciones de espíritus» es la introducción de una misma frase que se repite en cada escena de terror. Es posible que los visitantes del más allá sean algo distintos entre sí, pero si repiten una misma oración cada vez que aparecen siempre que tenga algo que ver con la trama los lectores encontrarán una relación lógica, y no importará tanto la forma que tengan las apariciones siempre dentro de los límites del contexto de la novela.

 

3. Trata de innovar.

Relacionado con el punto anterior. Está claro que hoy podemos decir que ya está casi todo inventado, pero tienes que esforzarte por no caer una y otra vez en los clásicos clichés de los relatos de terror. «Si a los demás les funcionan, a mí también». Pues sí y no. Si bien es cierto que hay cosas que siempre aterrorizan al ser humano, es muy probable que tu historia deje de infundir terror si solo hablas de los iconos del terror ya conocidos, y más aún si lo haces usando los diferentes clichés que existen en este género. Es difícil crear «monstruos», lo más probable es que nos veamos influenciados por aquellos que han llegado a nosotros desde las mentes de otros autores. Pero, aun así, trata de incluir tu impronta personal, haz que esa aparición bajo la cama tenga tu firma.

Esto me lleva al siguiente apartado.

 

4. Da forma.

Niñobueno está asustado, hay alguien ahí delante, le observa desde las sombras… Muy bien, muy aterrador, pero ¿Cómo es ese alguien? ¿Qué hace? ¿Cómo de asustado está Niñobueno? Vale, ya sé que mucho, pero tienes que involucrar más a los lectores. Intenta ser descriptivo, no vale simplemente que menciones lo que está ocurriendo, tienes que hacer que el lector viva lo que está ocurriendo. Incluso aunque ese misterioso personaje que observa desde las sombras no pueda ser visto por el protagonista, si éste sabe que está ahí es porque ha percibido algo. Desarrolla ese algo. Con esfuerzo y pasión todo se puede extender desde tus páginas hasta lo más profundo de la mente de los lectores. Un simple ruido en la lejanía puede tener ciertas características que evoquen en la mente de los personajes sus mayores temores… En definitiva, describe. Pero eso sí, no caigas en el error de contar hasta el color de los calcetines de los personajes a no ser que sea necesario, ya que si te extiendes demasiado puedes hacer que la situación se normalice y que la sensación de terror se esfume. Aprovecha bien el tiempo desde el punto de inicio de la escena hasta su culminación, describe, pero sé breve.

 

5. Evita ir al grano.

Pues eso, evitarlo a toda costa. No es buena idea empezar una historia de terror con una escena del género, tampoco lo es apresurarse por hacer que aparezcan lo antes posible, y mucho menos incluirlas de golpe. Juega con el lector, haz que tus textos le infundan intriga antes de acometer con tu terrorífico repertorio. Si no lo haces de este modo, lo único que conseguirás es que, una vez más, el lector pierda el interés. Es preferible que, si Malomalísimo persigue al protagonista para hacerle algún daño, lo persiga durante varios capítulos antes de alcanzarle; o que, si a un personaje se le va a aparecer un espíritu malvado, dibujes un ambiente de tensión antes de que llegue el momento.

Esto no es totalmente restrictivo, si el contexto lo requiere se puede introducir algún que otro «susto», pero trata de poner cuidado a la hora de abusar de ellos. Hay una línea muy delgada entre el abuso de las sorpresas aterradoras, y la incongruencia.

 

6. Sangre, pero sin sangre.

Un elemento muy usado para infundir terror es la aparición del «flujo vital» en algunas escenas.  Puede ser muy útil en tu relato, pero ¡cuidado! Es muy frágil. No es bueno cansar al lector llenando cada escena con «zumo de tomate», y tampoco lo es que aparezca en abundancia en todos los casos. Intenta no desangrar a tus personajes; y si tienes que hacerlo, intenta no mencionar siempre la palabra sangre ya lo he dicho, usa otros términos que no conviertan a este elemento en una palabra sin sentido. Puedes hablar de un «hilo rojo» que brota de una pequeña laceración, y si ésta es más grande, en vez de un hilo puede brotar un «río carmesí». Una gota puede ser un minúsculo «rubí»… Por supuesto, esto no quiere decir que no puedas llamar a éste líquido por su nombre; lo que tienes que tener en cuenta es que si lo quieres usar para tus escenas de terror debes tratarlo como algo especial, algo que parezca nuevo cada vez que se vierta. 

No te manches para nada

 

7. Dios aprieta, pero no ahoga.

Relacionado con el punto número uno. Al igual que no se debe normalizar el terror, tampoco se debe hacer eso mismo con el malestar de los personajes. Está claro que si tu protagonista está siendo acosado tendrá que pasarlo mal, pero debes incluir momentos que le sirvan de respiro, y no digo escenas; sino capítulos enteros. Aunque la toda la historia se desarrolle en un mismo espacio, e incluso aunque la totalidad de la narración recaiga sobre un solo personaje; debes lograr que tenga sus momentos de tranquilidad e incluso de alegría. Como creador del universo de tu relato, debes tratar de conseguir esos cambios de ritmo que hagan que la angustia no se vuelva algo normal antes de terminar el primer cuarto del libro.

Y hasta aquí los siete ingredientes que te ayudarán a desarrollar una fórmula que funcione para tu novela de terror. Espero que te hayan sido de utilidad, y a la hora de escribir recuerda tener en cuenta no solo lo que a ti te gustaría leer; sino también lo que no te gustaría leer.

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Autor: Joaquín N.

Autor de Cuentosdeterrorjota

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